Hiszpańsko-niemiecka dwujęzyczna książka
— Que los volcanes estén o no en actividad es igual para nosotros. Lo interesante es la montaña que nunca cambia.
»Ob die Vulkane erloschen oder tätig sind, kommt für uns aufs gleiche hinaus«, sagte der Geograph. »Was für uns zählt, ist der Berg. Er verändert sich nicht.«
— Pero, ¿qué significa “efímera”? —repitió el principito que en su vida había renunciado a una pregunta una vez formulada.
»Aber was bedeutet ›vergänglich‹?« wiederholte der kleine Prinz, der in seinem Leben noch nie auf eine einmal gestellte Frage verzichtet hatte.
— Significa que está amenazado de próxima desaparición.
»Das heißt: ›von baldigem Entschwinden bedroht‹.«
— ¿Mi flor está amenazada de desaparecer próximamente?
»Ist meine Blume von baldigem Entschwinden bedroht?«
— Indudablemente.
»Gewiß.«
“Mi flor es efímera —se dijo el principito— y no tiene más que cuatro espinas para defenderse contra el mundo. ¡Y la he dejado allá sola en mi casa!”.
Meine Blume ist vergänglich, sagte sich der kleine Prinz, und sie hat nur vier Dornen, um sich gegen die Welt zu wehren! Und ich habe sie ganz allein zu Hause zurückgelassen!
Por primera vez se arrepintió de haber dejado su planeta, pero bien pronto recobró su valor.
Das war die erste Regung seiner Reue. Aber er faßte wieder Mut:
— ¿Qué me aconseja usted que visite ahora? —preguntó.
»Was raten Sie mir, wohin ich gehen soll?« fragte er.
— La Tierra —le contestó el geógrafo—. Tiene muy buena reputación…
»Auf den Planeten Erde«, antwortete der Geograph, »er hat einen guten Ruf …«
Y el principito partió pensando en su flor.
Und der kleine Prinz machte sich auf und dachte an seine Blume.
XVI
KAPITEL XVI
El séptimo planeta fue, por consiguiente, la Tierra.
Der siebente Planet war also die Erde.
¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (sin olvidar, naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores.
Die Erde ist nicht irgendein Planet! Man zählt da hundertelf Könige, wenn man, wohlgemerkt, die Negerkönige nicht vergißt, siebentausend Geographen, neunhunderttausend Geschäftsleute, siebeneinhalb Millionen Säufer, dreihundertelf Millionen Eitle, kurz — ungefähr zwei Milliarden erwachsene Leute.
Para darles una idea de las dimensiones de la Tierra yo les diría que antes de la invención de la electricidad había que mantener sobre el conjunto de los seis continentes un verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.
Um euch einen Begriff von den Ausmaßen der Erde zu geben, muß ich euch sagen, daß man vor der Erfindung der Elektrizität dort auf allen sechs Kontinenten zusammen eine ganze Armee von vierhundertzweiundsechzigtausendfünfhundertelf Laternenanzündern im Dienst hatte.
Vistos desde lejos, hacían un espléndido efecto. Los movimientos de este ejército estaban regulados como los de un ballet de ópera.
Von einiger Entfernung aus gesehen, wirkte das prächtig. Die Bewegungen dieser Armee waren gedrillt, wie die eines Opernballetts.
Primero venía el turno de los faroleros de Nueva Zelandia y de Australia. Encendían sus faroles y se iban a dormir. Después tocaba el turno en la danza a los faroleros de China y Siberia, que a su vez se perdían entre bastidores.
Den Reigen begannen die Anzünder der neuseeländischen und australischen Laternen. Hatten sie ihre Lampen angezündet, gingen sie schlafen. Dann traten die Anzünder von China und Sibirien zum Tanze an. Auch sie verschwanden hinter den Kulissen.
Luego seguían los faroleros de Rusia y la India, después los de África y Europa y finalmente, los de América del Sur y América del Norte.
Dann kamen die russischen und indischen Anzünder an die Reihe. Dann die von Afrika und Europa. Dann die von Südamerika. Dann die von Nordamerika.
Nunca se equivocaban en su orden de entrada en escena. Era grandioso.
Und niemals irrten sie sich in der Reihenfolge ihres Auftritts. Es war großartig.
Solamente el farolero del único farol del polo norte y su colega del único farol del polo sur, llevaban una vida de ociosidad y descanso. No trabajaban más que dos veces al año.
Nur der Anzünder der einzigen Laterne am Nordpol und sein Kollege von der einzigen Laterne am Südpol führten ein Leben voll Müßiggang und Gemütlichkeit: sie arbeiteten zweimal im Jahr.
XVII
KAPITEL XVII
Cuando se quiere ser ingenioso, sucede que se miente un poco. No he sido muy honesto al hablar de los faroleros y corro el riesgo de dar una falsa idea de nuestro planeta a los que no lo conocen. Los hombres ocupan muy poco lugar sobre la Tierra.
Will man geistreich sein, dann kommt es vor, daß man ein bißchen aufschneidet. Ich war nicht ganz aufrichtig, als ich euch von den Laternenanzündern erzählte. Ich laufe Gefahr, denen, die unseren Planeten nicht kennen, ein falsches Bild von ihm zu geben. Die Menschen benutzen nur sehr wenig Raum auf der Erde.
Si los dos mil millones de habitantes que la pueblan se pusieran de pie y un poco apretados, como en un mitin, cabrían fácilmente en una plaza de veinte millas de largo por veinte de ancho. La humanidad podría amontonarse sobre el más pequeño islote del Pacífico.
Wenn die zwei Milliarden Einwohner, die die Erde bevölkern, sich aufrecht und ein bißchen gedrängt hinstellten, wie bei einer Volksversammlung etwa, kämen sie auf einem öffentlichen Platz von zwanzig Meilen Länge und zwanzig Meilen Breite leicht unter. Man könnte die Menschheit auf der geringsten kleinen Insel des Pazifischen Ozeans zusammenpferchen.
Las personas mayores no les creerán, seguramente, pues siempre se imaginan que ocupan mucho sitio. Se creen importantes como los baobabs. Les dirán, pues, que hagan el cálculo; eso les gustará ya que adoran las cifras. Pero no es necesario que pierdan el tiempo inútilmente, puesto que tienen confianza en mí.
Die großen Leute werden Euch das freilich nicht glauben. Sie bilden sich ein, viel Platz zu brauchen. Sie nehmen sich wichtig wie Affenbrotbäume. Gebt ihnen also den Rat, sich auszurechnen. Sie beten die Zahlen an, das wird ihnen gefallen. Aber ihr sollt Eure Zeit nicht damit verlieren. Es ist zwecklos. Ihr habt Vertrauen zu mir.
El principito, una vez que llegó a la Tierra, quedó sorprendido de no ver a nadie. Tenía miedo de haberse equivocado de planeta, cuando un anillo de color de luna se revolvió en la arena.
Einmal auf der Erde, wunderte sich der kleine Prinz, niemanden zu sehen. Er fürchtete schon, sich im Planeten geirrt zu haben, als ein mondfarbener Ring sich im Sande bewegte.
— ¡Buenas noches! —dijo el principito.
»Gute Nacht«, sagte der kleine Prinz aufs Geratewohl.
— ¡Buenas noches! —dijo la serpiente.
»Gute Nacht«, sagte die Schlange.
— ¿Sobre qué planeta he caído? —preguntó el principito.
»Auf welchen Planeten bin ich gefallen?« fragte der kleine Prinz.
— Sobre la Tierra, en África —respondió la serpiente.
»Auf die Erde, du bist in Afrika«, antwortete die Schlange.
— ¡Ah! ¿Y no hay nadie sobre la Tierra?
»Ah! … es ist also niemand auf der Erde?«
— Esto es el desierto. En los desiertos no hay nadie. La Tierra es muy grande —dijo la serpiente.
»Hier ist die Wüste. In den Wüsten ist niemand. Die Erde ist groß« sagte die Schlange.
El principito se sentó en una piedra y elevó los ojos al cielo.
Der kleine Prinz setzte sich auf einen Stein und hob die Augen zum Himmel:
— Yo me pregunto —dijo— si las estrellas están encendidas para que cada cual pueda un día encontrar la suya. Mira mi planeta; está precisamente encima de nosotros… Pero… ¡qué lejos está!
»Ich frage mich«, sagte er, »ob die Sterne leuchten, damit jeder eines Tages den seinen wiederfinden kann. Schau meinen Planeten an. Er steht gerade über uns … Aber wie weit ist er fort!«
— Es muy bella —dijo la serpiente—. ¿Y qué vienes tú a hacer aquí?
»Er ist schön«, sagte die Schlange. »Was willst Du hier machen?«
— Tengo problemas con una flor —dijo el principito.
»Ich habe Schwierigkeiten mit einer Blume«, sagte der kleine Prinz.
— ¡Ah!
»Ah!« sagte die Schlange.
Y se callaron.
Und sie schwiegen.
— ¿Dónde están los hombres? —prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el desierto…
»Wo sind die Menschen?« fuhr der kleine Prinz endlich fort. »Man ist ein bißchen einsam in der Wüste …«
— También se está solo donde los hombres —afirmó la serpiente.
»Man ist auch bei den Menschen einsam«, sagte die Schlange.
El principito la miró largo rato y le dijo:
Der kleine Prinz sah sie lange an.
— Eres un bicho raro, delgado como un dedo…
»Du bist ein drolliges Tier«, sagte er schließlich, »dünn wie ein Finger …«
— Pero soy más poderoso que el dedo de un rey —le interrumpió la serpiente.
»Aber ich bin mächtiger als der Finger eines Königs«, sagte die Schlange.
El principito sonrió:
Der kleine Prinz mußte lächeln.
— No me pareces muy poderoso… ni siquiera tienes patas… ni tan siquiera puedes viajar…
»Du bist nicht sehr mächtig … Du hast nicht einmal Füße … Du kannst nicht einmal reisen …«
— Puedo llevarte más lejos que un navío —dijo la serpiente.
»Ich kann Dich weiter bringen als ein Schiff«, sagte die Schlange.
Se enroscó alrededor del tobillo del principito como un brazalete de oro.
Sie rollte sich um den Knöchel des kleinen Prinzen wie ein goldenes Armband.
— Al que yo toco, le hago volver a la tierra de donde salió. Pero tú eres puro y vienes de una estrella…
»Wen ich berühre, den gebe ich der Erde zurück, aus der er hervorgegangen ist«, sagte sie noch. »Aber Du bist rein, du kommst von einem Stern …«
El principito no respondió.
Der keine Prinz antwortete nichts.
— Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día echas mucho de menos tu planeta, puedo ayudarte. Puedo…
»Du tust mir leid auf dieser Erde aus Granit, du, der du so schwach bist. Ich kann dir eines Tages helfen, wenn Du dich zu sehr nach Deinem Planeten sehnst. Ich kann …«
— ¡Oh! —dijo el principito—. Te he comprendido. Pero ¿por qué hablas con enigmas?
»Oh, ich habe sehr gut verstanden« sagte der kleine Prinz, »aber warum sprichst Du immer in Rätseln?«
— Yo los resuelvo todos —dijo la serpiente.
»Ich löse sie alle«, sagte die Schlange.
Y se callaron.
Und sie schwiegen.
XVIII
KAPITEL XVIII
El principito atravesó el desierto en el que sólo encontró una flor de tres pétalos, una flor de nada.
Der kleine Prinz durchquerte die Wüste und begegnete nur einer Blume mit drei Blütenblättern, einer ganz armseligen Blume …
— ¡Buenos días! —dijo el principito.
»Guten Tag«, sagte der kleine Prinz.
— ¡Buenos días! —dijo la flor.
»Guten Tag«, sagte die Blume.
— ¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.
»Wo sind die Menschen?« fragte höflich der kleine Prinz.
La flor, un día, había visto pasar una caravana.
Die Blume hatte eines Tages eine Karawane vorüberziehen sehen.
— ¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.
»Die Menschen? Es gibt, glaube ich, sechs oder sieben. Ich habe sie vor Jahren gesehen. Aber man weiß nie, wo sie zu finden sind. Der Wind verweht sie. Es fehlen ihnen die Wurzeln, das ist sehr übel für sie.«
— Adiós —dijo el principito.
»Adieu«, sagte der kleine Prinz
— Adiós —dijo la flor.
»Adieu«, sagte die Blume.
XIX
KAPITEL XIX
El principito escaló hasta la cima de una alta montaña. Las únicas montañas que él había conocido eran los tres volcanes que le llegaban a la rodilla. El volcán extinguido lo utilizaba como taburete. “Desde una montaña tan alta como ésta, se había dicho, podré ver todo el planeta y a todos los hombres…” Pero no alcanzó a ver más que algunas puntas de rocas.
Der kleine Prinz stieg auf einen hohen Berg. Die einzigen Berge, die er kannte, waren die drei Vulkane, und sie reichten nur bis an die Knie, und den erloschenen Vulkan benutze er als Schemel. Von einem Berg so hoch wie der da, sagte er sich, werde ich mit einemmal den ganzen Planeten und alle Menschen sehen … Aber er sah nichts als die Nadeln spitziger Felsen.
— ¡Buenos días! —exclamó el principito al acaso.
»Guten Tag«, sagte er aufs Geratewohl.
— ¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días! —respondió el eco.
»Guten Tag … Guten Tag … Guten Tag …«, antwortete das Echo.
— ¿Quién eres tú? —preguntó el principito.
»Wer bist Du?«, sagte der kleine Prinz.
— ¿Quién eres tú?… ¿Quién eres tú?… ¿Quién eres tú?… —contestó el eco.
»Wer bist Du … Wer bist Du … Wer bist Du …?«, antwortete das Echo.
— Sed mis amigos, estoy solo —dijo el principito.
»Seid meine Freunde, ich bin allein«, sagte er.
— Estoy solo… estoy solo… estoy solo… —repitió el eco.
»Ich bin allein … allein …allein …«antwortete das Echo.
“¡Qué planeta más raro! —pensó entonces el principito—, es seco, puntiagudo y salado.
Was für ein merkwürdiger Planet! dachte er da. Er ist ganz trokken, voller Spitzen und ganz salzig.
Y los hombres carecen de imaginación; no hacen más que repetir lo que se les dice… En mi tierra tenía una flor: hablaba siempre la primera… ”
Und den Menschen fehlt es an Phantasie. Sie wiederholen, was man ihnen sagt … Zu Hause hatte ich eine Blume: Sie sprach immer zuerst …
XX
KAPITEL XX
Pero sucedió que el principito, habiendo atravesado arenas, rocas y nieves, descubrió finalmente un camino. Y los caminos llevan siempre a la morada de los hombres.
Aber nachdem der kleine Prinz lange über den Sand, die Felsen und den Schnee gewandert war, geschah es, daß er endlich eine Straße entdeckte. Und die Straßen führen zu den Menschen.
— ¡Buenos días! —dijo.
»Guten Tag«, sagte er.
Era un jardín cuajado de rosas.
Da war ein blühender Rosengarten.
— ¡Buenos días! —dijeran las rosas.
»Guten Tag«, sagten die Rosen.
El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor!
Der kleine Prinz sah sie an. Sie glichen alle seiner Blume.
— ¿Quiénes son ustedes? —les preguntó estupefacto.
»Wer seid ihr?« fragte er sie höchst erstaunt.
— Somos las rosas —respondieron éstas.
»Wir sind Rosen«, sagten die Rosen.
— ¡Ah! —exclamó el principito.
»Ach!« sagte der kleine Prinz …
Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era la única de su especie en todo el universo. ¡Y ahora tenía ante sus ojos más de cinco mil todas semejantes, en un solo jardín!
Und er fühlte sich sehr unglücklich. Seine Blume hatte ihm erzählt, daß sie auf der ganzen Welt einzig in ihrer Art sei. Und siehe! da waren fünftausend davon, alle gleich, in einem einzigen Garten!
“Si ella viese todo esto, se decía el principito, se sentiría vejada, tosería muchísimo y simularía morir para escapar al ridículo. Y yo tendría que fingirle cuidados, pues sería capaz de dejarse morir verdaderamente para humillarme a mí también… ”
Sie wäre sehr böse, wenn sie das sähe, sagte er sich … sie würde fürchterlich husten und so tun, als stürbe sie, um der Lächerlichkeit zu entgehen. Und ich müßte wohl so tun, als pflegte ich sie, denn sonst ließe ich sie wirklich sterben, um auch mich zu beschämen …
Y luego continuó diciéndose: “Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de los cuales acaso esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe… ”
Dann sagte er sich noch: Ich glaubte, ich sei reich durch eine einzigartige Blume, und ich besitze nur eine gewöhnliche Rose. Sie und meine drei Vulkane, die mir bis ans Knie reichen und von denen einer vielleicht für immer verloschen ist, das macht aus mir keinen sehr großen Prinzen …
Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.
Und er warf sich ins Gras und weinte.
XXI
KAPITEL XXI
Entonces apareció el zorro:
In diesem Augenblick erschien der Fuchs:
— ¡Buenos días! —dijo el zorro.
»Guten Tag«, sagte der Fuchs.
— ¡Buenos días! —respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.
»Guten Tag«, antwortete höflich der kleine Prinz, der sich umdrehte, aber nichts sah.
— Estoy aquí, bajo el manzano —dijo la voz.
»Ich bin da«, sagte die Stimme, »unter dem Apfelbaum …«
— ¿Quién eres tú? —preguntó el principito—. ¡Qué bonito eres!
»Wer bist du?« sagte der kleine Prinz. »Du bist sehr hübsch …«
— Soy un zorro —dijo el zorro.
»Ich bin ein Fuchs«, sagte der Fuchs.
— Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—, ¡estoy tan triste!
»Komm und spiel mit mir«, schlug ihm der kleine Prinz vor. »Ich bin so traurig …«
— No puedo jugar contigo —dijo el zorro—, no estoy domesticado.
»Ich kann nicht mit dir spielen«, sagte der Fuchs. »Ich bin noch nicht gezähmt!«
— ¡Ah, perdón! —dijo el principito.
»Ah, Verzeihung!« sagte der kleine Prinz.
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