Il Piccolo Principe / El Principito — w językach włoskim i hiszpańskim. Strona 8

Włosko-hiszpańska dwujęzyczna książka

Antoine de Saint-Exupéry

Il Piccolo Principe

Antoine de Saint-Exupéry

El Principito

Ma non rispose alla mia domanda. Mi disse semplicemente:

Pero no respondió a mi pregunta, diciéndome simplemente:

«Un po’ d’acqua può far bene anche al cuore…»

— El agua puede ser buena también para el corazón…

Non compresi la sua risposta, ma stetti zitto… sapevo bene che non bisognava interrogarlo.

No comprendí sus palabras, pero me callé; sabía muy bien que no había que interrogarlo.

Era stanco. Si sedette. Mi sedetti accanto a lui. E dopo un silenzio disse ancora:

El principito estaba cansado y se sentó; yo me senté a su lado y después de un silencio me dijo:

«Le stelle sono belle per un fiore che non si vede…»

— Las estrellas son hermosas, por una flor que no se ve…

Risposi: «Già», e guardai, senza parlare, le pieghe della sabbia sotto la luna.

Respondí “seguramente” y miré sin hablar los pliegues que la arena formaba bajo la luna.

«Il deserto è bello», soggiunse.

— El desierto es bello —añadió el principito.

Ed era vero. Mi è sempre piaciuto il deserto. Ci si siede su una duna di sabbia. Non si vede nulla. Non si sente nulla. E tuttavia qualche cosa risplende in silenzio…

Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede uno sentarse en una duna, nada se ve, nada se oye y sin embargo, algo resplandece en el silencio…

«Ciò che abbellisce il deserto», disse il piccolo principe, «è che nasconde un pozzo in qualche luogo…»

— Lo que más embellece al desierto —dijo el principito— es el pozo que oculta en algún sitio…

Fui sorpreso di capire d’un tratto quella misteriosa irradiazione della sabbia. Quando ero piccolo abitavo in una casa antica, e la leggenda raccontava che c’era un tesoro nascosto. Naturalmente nessuno ha mai potuto scoprirlo, né forse l’ha mai cercato. Eppure incantava tutta la casa. La mia casa nascondeva un segreto nel fondo del suo cuore…

Me quedé sorprendido al comprender súbitamente ese misterioso resplandor de la arena. Cuando yo era niño vivía en una casa antigua en la que, según la leyenda, había un tesoro escondido. Sin duda que nadie supo jamás descubrirlo y quizás nadie lo buscó, pero parecía toda encantada por ese tesoro. Mi casa ocultaba un secreto en el fondo de su corazón…

«Sì», dissi al piccolo principe, «che si tratti di una casa, delle stelle o del deserto, quello che fa la loro bellezza è invisibile».

— Sí —le dije al principito— ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les embellece es invisible.

«Sono contento», disse il piccolo principe, «che tu sia d’accordo con la mia volpe».

— Me gusta —dijo el principito— que estés de acuerdo con mi zorro.

Incominciava ad addormentarsi, io lo presi tra le braccia e mi rimisi in cammino. Ero commosso. Mi sembrava di portare un fragile tesoro. Mi sembrava pure che non ci fosse niente di più fragile sulla Terra.

Como el principito se dormía, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en camino. Me sentía emocionado llevando aquel frágil tesoro, y me parecía que nada más frágil había sobre la Tierra.

Guardavo, alla luce della luna, quella fronte pallida, quegli occhi chiusi, quelle ciocche di capelli che tremavano al vento, e mi dicevo: «Questo che io vedo non è che la scorza. Il più importante è invisibile…»

Miraba a la luz de la luna aquella frente pálida, aquellos ojos cerrados, los cabellos agitados por el viento y me decía: “lo que veo es sólo la corteza; lo más importante es invisible… ”

E siccome le sue labbra semiaperte abbozzavano un mezzo sorriso mi dissi ancora: «Ecco ciò che mi commuove di più in questo piccolo principe addormentato: è la sua fedeltà a un fiore, è l’immagine di una rosa che risplende in lui come la fiamma di una lampada, anche quando dorme…» E lo pensavo ancora più fragile. Bisogna ben proteggere le lampade: un colpo di vento le può spegnere…

Como sus labios entreabiertos esbozaron una sonrisa, me dije: “Lo que más me emociona de este principito dormido es su fidelidad a una flor, es la imagen de la rosa que resplandece en él como la llama de una lámpara, incluso cuando duerme… ” Y lo sentí más frágil aún. Pensaba que a las lámparas hay que protegerlas: una racha de viento puede apagarlas…

E così, camminando, scoprii il pozzo al levar del sole.

Continué caminando y al rayar el alba descubrí el pozo.

XXV

XXV

«Gli uomini», disse il piccolo principe, «si imbucano nei rapidi, ma non sanno più che cosa cercano. Allora si agitano, e girano intorno a se stessi…»

— Los hombres —dijo el principito— se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que quieren… Entonces se agitan y dan vueltas…

E soggiunse:

Y añadió:

«Non vale la pena…»

— ¡No vale la pena!…

Il pozzo che avevamo raggiunto non assomigliava ai pozzi sahariani. I pozzi sahariani sono dei semplici buchi scavati nella sabbia. Questo assomigliava a un pozzo di villaggio. Ma non c’era alcun villaggio intorno, e mi sembrava di sognare.

El pozo que habíamos encontrado no se parecía en nada a los pozos saharianos. Estos pozos son simples agujeros que se abren en la arena. El que teníamos ante nosotros parecía el pozo de un pueblo; pero por allí no había ningún pueblo y me parecía estar soñando.

«E strano», dissi al piccolo principe, «è tutto pronto: la carrucola, il secchio e la corda…»

— ¡Es extraño! —le dije al principito—. Todo está a punto: la roldana, el balde y la cuerda…

Rise, toccò la corda, mise in moto la carrucola. E la carrucola gemette come geme una vecchia banderuola dopo che il vento ha dormito a lungo.

Se rió y tocó la cuerda; hizo mover la roldana. Y la roldana gimió como una vieja veleta cuando el viento ha dormido mucho.

«Senti», disse il piccolo principe, «noi svegliamo questo pozzo e lui canta…»

— ¿Oyes? —dijo el principito—. Hemos despertado al pozo y canta.

Non volevo che facesse uno sforzo.

No quería que el principito hiciera el menor esfuerzo y le dije:

«Lasciami fare», gli dissi, «è troppo pesante per te».

— Déjame a mí, es demasiado pesado para ti.

Lentamente issai il secchio fino all’orlo del pozzo. Lo misi bene in equilibrio. Nelle mie orecchie perdurava il canto della carrucola e nell’acqua che tremava ancora, vedevo tremare il sole.

Lentamente subí el cubo hasta el brocal donde lo dejé bien seguro. En mis oídos sonaba aún el canto de la roldana y veía temblar al sol en el agua agitada.

«Ho sete di questa acqua», disse il piccolo principe, «dammi da bere…»

— Tengo sed de esta agua —dijo el principito—, dame de beber…

E capii quello che aveva cercato!

¡Comprendí entonces lo que él había buscado!

Sollevai il secchio fino alle sue labbra. Bevette con gli occhi chiusi. Era dolce come una festa. Quest’acqua era ben altra cosa che un alimento. Era nata dalla marcia sotto le stelle, dal canto della carrucola, dallo sforzo delle mie braccia. Faceva bene al cuore, come un dono.

Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta. Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón.

Quando ero piccolo, le luci dell’albero di Natale, la musica della Messa di mezzanotte, la dolcezza dei sorrisi, facevano risplendere i doni di Natale che ricevevo.

Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.

«Da te, gli uomini», disse il piccolo principe, «coltivano cinquemila rose nello stesso giardino… e non trovano quello che cercano…»

— Los hombres de tu tierra —dijo el principito— cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.

«Non lo trovano», risposi.

— No lo encuentran nunca —le respondí.

«E tuttavia quello che cercano potrebbe essere trovato in una sola rosa o in un po’ d’acqua…»

— Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua…

«Certo», risposi.

— Sin duda, respondí.

E il piccolo principe soggiunse:

Y el principito añadió:

«Ma gli occhi sono ciechi. Bisogna cercare col cuore».

— Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.

Avevo bevuto. Respiravo bene. La sabbia, al levar del sole, era color del miele. Ero felice anche di questo color di miele. Perché mi sentivo invece angustiato?

Yo había bebido y me encontraba bien. La arena, al alba, era color de miel, del que gozaba hasta sentirme dichoso. ¿Por qué había de sentirme triste?

«Devi mantenere la tua promessa», mi disse dolcemente il piccolo principe, che di nuovo si era seduto vicino a me.

— Es necesario que cumplas tu promesa —dijo dulcemente el principito que nuevamente se había sentado junto a mí.

«Quale promessa?»

— ¿Qué promesa?

«Sai… una museruola per la mia pecora… sono responsabile di quel fiore!»

— Ya sabes… el bozal para mi cordero… soy responsable de mi flor.

Tirai fuori dalla tasca i miei schizzi. Il piccolo principe li vide e disse ridendo:

Saqué del bolsillo mis esbozos de dibujo. El principito los miró y dijo riendo:

«I tuoi baobab assomigliano un po’ a dei cavoli…»

— Tus baobabs parecen repollos…

«Oh!» Io, che ero così fiero dei baobab!

— ¡Oh! ¡Y yo que estaba tan orgulloso de mis baobabs!

«La tua volpe… le sue orecchie… assomigliano un po’ a delle corna… e sono troppo lunghe!»

— Tu zorro tiene orejas que parecen cuernos; son demasiado largas.

E rise ancora.

Y volvió a reír.

«Sei ingiusto, ometto, non sapevo disegnare altro che boa dal di dentro e dal di fuori».

— Eres injusto, muchachito; yo no sabía dibujar más que boas cerradas y boas abiertas.

«Oh, andrà bene», disse, «i bambini capiscono».

— ¡Oh, todo se arreglará! —dijo el principito—. Los niños entienden.

Disegnai dunque una museruola. E avevo il cuore stretto consegnandogliela:

Bosquejé, pues, un bozal y se lo alargué con el corazón oprimido:

«Hai dei progetti che ignoro…»

— Tú tienes proyectos que yo ignoro…

Ma non mi rispose. Mi disse:

Pero no me respondió.

«Sai, la mia caduta sulla Terra… sarà domani l’anniversario…»

— ¿Sabes? —me dijo—. Mañana hace un año de mi caída en la Tierra…

Poi, dopo un silenzio, disse ancora:

Y después de un silencio, añadió:

«Ero caduto qui vicino…»

— Caí muy cerca de aquí…

Ed arrossi.

El principito se sonrojó.

Di nuovo, senza capire il perché, provai uno strano dispiacere.

Y nuevamente, sin comprender por qué, experimenté una extraña tristeza.

Tuttavia una domanda mi venne alle labbra: «Allora, non è per caso, che il mattino in cui ti ho conosciuto, tu passeggiavi tutto solo a mille miglia da qualsiasi regione abitata! Ritornavi verso il punto della tua caduta?»

Sin embargo, se me ocurrió preguntar:
— Entonces no te encontré por azar hace ocho días, cuando paseabas por estos lugares, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. ¿Es que volvías al punto de tu caída?

Il piccolo principe arrossi ancora.

El principito enrojeció nuevamente.

E aggiunsi, esitando:

Y añadí vacilante.

«Per l’anniversario, forse?»

— ¿Quizás por el aniversario?

Il piccolo principe arrossi di nuovo. Non rispondeva mai alle domande, ma quando si arrossisce vuol dire «sì», non è vero?

El principito se ruborizó una vez más. Aunque nunca respondía a las preguntas, su rubor significaba una respuesta afirmativa.

«Ah!» gli dissi, «ho paura…»

— ¡Ah! —le dije— tengo miedo.

Ma mi rispose:

Pero él me respondió:

«Ora devi lavorare. Devi riandare dal tuo motore. Ti aspetto qui. Ritorna domani sera…»

— Tú debes trabajar ahora; vuelve, pues, junto a tu máquina, que yo te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde.

Ma non ero rassicurato. Mi ricordavo della volpe. Si arrischia di piangere un poco se ci si è lasciati addomesticare…

Pero yo no estaba tranquilo y me acordaba del zorro. Si se deja uno domesticar, se expone a llorar un poco…

XXVI

XXVI

C’era a fianco del pozzo un vecchio muro di pietra in rovina. Quando ritornai dal mio lavoro, l’indomani sera, vidi da lontano il mio piccolo principe che era seduto là sopra, le gambe penzoloni. Lo udii che parlava.

Al lado del pozo había una ruina de un viejo muro de piedras. Cuando volví de mi trabajo al día siguiente por la tarde, vi desde lejos al principito sentado en lo alto con las piernas colgando. Lo oí que hablaba.

«Non te ne ricordi più?» diceva, «non è proprio qui!»

— ¿No te acuerdas? ¡No es aquí con exactitud!

Un’altra voce senza dubbio gli rispondeva, perché egli replicò:

Alguien le respondió sin duda, porque él replicó:

«Sì! sì! è proprio questo il giorno, ma non è qui il luogo…»

— ¡Sí, sí; es el día, pero no es este el lugar!

Continuai il mio cammino verso il muro. Non vedevo, né udivo ancora l’altra persona. Tuttavia il piccolo principe replicò di nuovo:

Proseguí mi marcha hacia el muro, pero no veía ni oía a nadie. Y sin embargo, el principito replicó de nuevo.

«… Sicuro. Verrai dove incominciano le mie tracce nella sabbia. Non hai che da attendermi là. Ci sarò questa notte».

— ¡Claro! Ya verás dónde comienza mi huella en la arena. No tienes más que esperarme, que allí estaré yo esta noche.

Ero a venti metri dal muro e non vedevo ancora nulla.

Yo estaba a veinte metros y continuaba sin distinguir nada.

Il piccolo principe disse ancora, dopo un silenzio:

El principito, después de un silencio, dijo aún:

«Hai del buon veleno? Sei sicuro di non farmi soffrire troppo tempo?»

— ¿Tienes un buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho?

Mi arrestai, il cuore stretto, ma ancora non capivo.

Me detuve con el corazón oprimido, siempre sin comprender.

«Ora vattene,» disse, «voglio ridiscendere!»

— ¡Ahora vete —dijo el principito—, quiero volver a bajarme!

Allora anch’io abbassai gli occhi ai piedi del muro e feci un salto! C’era là, drizzato verso il piccolo principe, uno di quei serpenti gialli che ti uccidono in trenta secondi.

Dirigí la mirada hacia el pie del muro e instintivamente di un brinco. Una serpiente de esas amarillas que matan a una persona en menos de treinta segundos, se erguía en dirección al principito.

Pur frugando in tasca per prendere il revolver, mi misi a correre, ma al rumore che feci, il serpente si lasciò scivolare dolcemente nella sabbia, come un getto d’acqua che muore, e senza troppo affrettarsi si infilò tra le pietre con un leggero rumore metallico.

Echando mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero, al ruido que hice, la serpiente se dejó deslizar suavemente por la arena como un surtidor que muere, y, sin apresurarse demasiado, se escurrió entre las piedras con un ligero ruido metálico.

Arrivai davanti al muro giusto in tempo per ricevere fra le braccia il mio ometto, pallido come la neve.

Llegué junto al muro a tiempo de recibir en mis brazos a mi principito, que estaba blanco como la nieve.

«Che cos’è questa storia! Adesso parli coi serpenti!»

— ¿Pero qué historia es ésta? ¿De charla también con las serpientes?

Avevo disfatto la sua sciarpa d’oro. Gli avevo bagnato le tempie e l’avevo fatto bere. Ed ora non osavo più domandargli niente. Mi guardò gravemente e mi strinse le braccia al collo. Sentivo battere il suo cuore come quello di un uccellino che muore, quando l’hanno colpito col fucile. Mi disse:

Le quité su eterna bufanda de oro, le humedecí las sienes y le di de beber, sin atreverme a hacerle pregunta alguna. Me miró gravemente rodeándome el cuello con sus brazos. Sentí latir su corazón, como el de un pajarillo que muere a tiros de carabina.

«Sono contento che tu abbia trovato quello che mancava al tuo motore. Puoi ritornare a casa tua…»

— Me alegra —dijo el principito— que hayas encontrado lo que faltaba a tu máquina. Así podrás volver a tu tierra…

«Come lo sai?»

— ¿Cómo lo sabes?

Stavo appunto per annunciargli che, insperatamente, ero riuscito nel mio lavoro!

Precisamente venía a comunicarle que, a pesar de que no lo esperaba, había logrado terminar mi trabajo.

Non rispose alla mia domanda, ma soggiunse:

No respondió a mi pregunta, sino que añadió:

«Anch’io, oggi, ritorno a casa…»

— También yo vuelvo hoy a mi planeta…

Poi, melanconicamente:

Luego, con melancolía:

«È molto più lontano… è molto più difficile…»

— Es mucho más lejos… y más difícil…

Sentivo che stava succedendo qualche cosa di straordinario. Lo stringevo fra le braccia come un bimbetto, eppure mi sembrava che scivolasse verticalmente in un abisso, senza che io potessi fare nulla per trattenerlo…

Me daba cuenta de que algo extraordinario pasaba en aquellos momentos. Estreché al principito entre mis brazos como sí fuera un niño pequeño, y no obstante, me pareció que descendía en picada hacia un abismo sin que fuera posible hacer nada para retenerlo.

Aveva lo sguardo serio, perduto lontano:

Su mirada, seria, estaba perdida en la lejanía.

«Ho la tua pecora. E ho la cassetta per la pecora. E ho la museruola…»

— Tengo tu cordero y la caja para el cordero. Y tengo también el bozal.

E sorrise con malinconia.

Y sonreía melancólicamente.

Attesi a lungo. Sentivo che a poco a poco si riscaldava:

Esperé un buen rato. Sentía que volvía a entrar en calor poco a poco:

«Ometto caro, hai avuto paura…»

— Has tenido miedo, muchachito…

Aveva avuto sicuramente paura! Ma rise con dolcezza:

Lo había tenido, sin duda, pero sonrió con dulzura:

«Avrò ben più paura questa sera…»

— Esta noche voy a tener más miedo…

Mi sentii gelare di nuovo per il sentimento dell’irreparabile. E capii che non potevo sopportare l’idea di non sentire più quel riso. Era per me come una fontana nel deserto.

Me quedé de nuevo helado por un sentimiento de algo irreparable. Comprendí que no podía soportar la idea de no volver a oír nunca más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto.