Die Schneekönigin. In sieben Geschichten / La Reina de las Nieves — in German and Spanish. Page 3

German-Spanish bilingual book

Hans Christian Andersen

Die Schneekönigin. In sieben Geschichten

Hans Christian Andersen

La Reina de las Nieves

Er würde sicher froh werden, sie zu erblicken; zu hören, welchen langen Weg sie um seinetwillen zurückgelegt; zu wissen, wie betrübt sie Alle daheim gewesen, als er nicht wiedergekommen.

Sin duda, se sentirĂ­a feliz de verla, de oĂ­rle contar el largo camino que por Ă©l habĂ­a recorrido, de saber lo tristes que se habĂ­an sentido todos desde el dĂ­a que desapareciĂł.

O, das war eine Furcht und eine Freude!

¡Oh, que miedo y que alegría a la vez!

Nun waren sie auf der Treppe; da brannte eine kleine Lampe auf einem Schrank; mitten auf dem Fußboden stand die zahme Krähe und wendete den Kopf nach allen Seiten und betrachtete Gerda, die sich verneigte, wie die Großmutter sie gelehrt hatte.

Y allí estaban ya, delante de la escalera; una pequeña lámpara irradiaba su tenue luz desde un aparador; en el centro del suelo se encontraba la corneja domesticada que movía la cabeza a un lado y a otro sin dejar de mirar a la niña; Gerda le hizo una reverencia, tal como su abuela le había enseñado.

»Mein Verlobter hat mir so viel Gutes von Ihnen gesagt, mein kleines Fräulein,« sagte die zahme Krähe; »Ihre Vita, wie man es nennt, ist auch sehr rührend. — Wollen Sie die Lampe nehmen, dann werde ich vorangehen. Wir gehen hier den geraden Weg, denn da begegnen wir Niemanden.«

— Mi novio me ha hablado muy elogiosamente de usted, mi querida señorita — dijo la corneja domesticada—. Su currículum vitae, como se suele decir, es realmente conmovedor… Si coge usted la lámpara, yo iré delante, Iremos en línea recta, así no encontraremos a nadie.

»Es ist mir, als käme Jemand hinter uns,« sagte Gerda; und es sauste an ihr vorbei; es war, wie Schatten an der Wand: Pferde mit fliegenden Mähnen und dünnen Beinen, Jägerburschen, Herren und Damen zu Pferde.

— Me parece que alguien viene por detrás de nosotros — dijo Gerda. Sintió como si un rumor pasara junto a ella; algo que parecía proceder de extrañas sombras que se deslizaran a lo largo de los muros: caballos de crines flotantes y patas delgadas, jóvenes vesteidos de cazadores,damas y caballeros cabalgando …

»Das sind nur Träume, sagte die Krähe; »die kommen und holen der hohen Herrschaft Gedanken zur Jagd ab. Das ist recht gut, dann können Sie sie besser im Bette betrachten. Aber ich hoffe, wenn Sie zu Ehren und Würden gelangen, werden Sie ein dankbares Herz zeigen.«

— Son sólo sueños— dijo la corneja— Vienen a sugerir ideas de caza a nuestros soberanos; tanto mejor, así podrá usted contemplarlos más a gusto mientras duermen. Si le va bien las cosas, espero que se mostrará usted agradecida…

»Das versteht sich von selbst!« sagte die Krähe vom Walde.

— Inútil hablar de eso— dijo la corneja del bosque.

Nun kamen sie in den ersten Saal; der war von rosenrothem Atlas mit künstlichen Blumen an den Wänden hinauf; hier sausten an ihnen schon die Träume vorbei; aber sie fuhren so schnell, daß Gerda die hohen Herrschaften nicht zu sehen bekam.

Llegaron al primer salón, tapizado de satén rosa con estampado de flores; los sueños les habían sobrepasado y marchaban tan deprisa que la pequeña Gerda no podía ver ya a los augustos personajes.

Ein Saal war immer prächtiger, als der andere; ja, man konnte wohl verdutzt werden! Nun waren sie im Schlafgemach.

Los salones, a cual más magnífico, dejarían anonadado a cualquiera que los viera; finalmente, llegaron al formitorio.

Hier glich die Decke einer großen Palme mit Blättern von Glas, von kostbarem Glase; und mitten auf dem Fußboden hingen an einem dicken Stengel von Gold zwei Betten, von denen jedes wie eine Lilie aussah;

Su techo recordaba una enorme palmera con hojas de un cristal maravilloso; en medio de la habitaciĂłn, engarzados en un tallo de oro, habĂ­a dos lechos que parecĂ­an lirios;

die eine war weiß, in der lag die Prinzessin; die andere war roth, und in dieser sollte Gerda den kleinen Kay suchen. Sie bog eins der rothen Blätter zur Seite, und da sah sie einen braunen Nacken. — O, das war Kay! —

uno era blanco y en él descansaba la princesa; hacia el otro, de color rojo, se dirigió Gerda para comprobar si era Kay el que allí dormía; apartó uno de los pétalos rojos y vio un cuello moreno .. ¡Era Kay!

Sie rief ganz laut seinen Namen, hielt die Lampe nach ihm hin — die Träume sausten zu Pferde wieder in die Stube herein — er erwachte, drehte den Kopf um und — es war nicht der kleine Kay.

Le llamó en voz alta por su nombre, acercó la lámpara hacia el lecho… Los sueños cruzaron de nueva a caballo por la habitación… se despertó, volvió la cabeza y … ¡No era kay!

Der Prinz glich ihm nur im Nacken; aber jung und hübsch war er. Und aus dem weißen Lilienblatte blinzelte die Prinzessin hervor und fragte, was da wäre. Da weinte die kleine Gerda und erzählte ihre ganze Geschichte und Alles, was die Krähen für sie gethan hätten.

El príncipe, aunque también joven y hermoso, sólo se le parecía en el cuello. Desde el lecho del lirio blanco, la princesa entreabrió los ojos preguntando qué sucedía. La niña se echó a llorar y contó toda su historia y lo que las cornejas habían hecho por ella.

»Du armes Kind!« sagten der Prinz und die Prinzessin; und sie belobten die Krähen und sagten, daß sie gar nicht böse auf sie seien; aber sie sollten es doch nicht öfter thun. Uebrigens sollten sie eine Belohnung erhalten.

— ¡Pobre pequeña!— dijeron el príncipe y la princesa; alabaron la actitud de las cornejas y dijeron que no estaban enfadados con ellas, aunque aquello no debía volver a repetirse. Sin embargo, tendrían su recompensa.

»Wollt Ihr frei fliegen?« fragte die Prinzessin. »Oder wollt Ihr feste Anstellung als Hofkrähen haben, mit Allem, was in der Küche abfällt?«

— ¿Quereis volar en libertad? — preguntó la princesa — ¿ O preferis el cargo de cornejas de corte con derecho a todos los desperdicios de la cocina?

Und beide Krähen verneigten sich und baten um feste Anstellung, denn sie gedachten des Alters und sagten: »Es wäre so schön, etwas für die alten Tage zu haben,« wie sie es nannten.

Las dos cornejas, haciendo una solemne reverencia, aceptaron el cargo que se les ofrecĂ­a, pues pensaban en su vejez y creyendo que era una buena oportunidad para asegurarse su futuro.

Und der Prinz stand aus seinem Bette auf und lieĂź Gerda darin schlafen, und mehr konnte er nicht thun.

El prĂ­ncipe se levantĂł de su lecho e invitĂł a Gerda a que se acostara en Ă©l: era todo lo que podĂ­a hacer por ella.

Sie faltete ihre kleinen Hände und dachte: »Wie gut sind nicht die Menschen und Thiere!« Und dann schloß sie ihre Augen und schlief so sanft.

La niña juntó sus manitas y pensó: «¡Qué buenos son los hombres y los animales!». Cerró los ojos y durmió profundamente.

Alle Träume kamen wieder hereingeflogen, und da sahen sie wie Gottes Engel aus, und sie zogen einen kleinen Schlitten, auf welchem Kay saß und nickte; aber das Ganze war nur ein Traum, und deshalb war es auch wieder fort, sobald sie wieder erwachte.

Los sueños regresaron en segudia por el aire, mas esta vez como ángeles de Dios que arrastraban un pequeño trineo en el que iba sentado Kay; pero aquello eran sólo ensoñaciones que desaparecieron en el mismo momento que la niña se despertó.

Am folgenden Tage wurde sie vom Kopf bis zum FuĂź in Seide und Sammet gekleidet; es wurde ihr angeboten, auf dem Schlosse zu bleiben und gute Tage zu genieĂźen; aber sie bat nur um einen kleinen Wagen mit einem Pferde davor und ein Paar kleine Stiefeln; dann wolle sie wieder in die weite Welt hinausfahren und Kay suchen.

A la mañana siguiente, la vistieron de pies a cabeza con sedas y terciopelos; le ofrecieron quedarse en el castillo donde tan feliz podría ser, pero ella tan sólo quería un pequeño carro con un caballo y un par de zapatitos para lanzarse de nuevo por esos mundos de Dios a proseguir la búsqueda de Kay.

Und sie erhielt sowohl Stiefeln, als Muff; sie wurde niedlich gekleidet, und als sie fortwollte, hielt vor der Thüre eine neue Kutsche aus reinem Golde; des Prinzen und der Prinzessin Wappen glänzte an derselben wie ein Stern; Kutscher, Diener und Vorreiter, denn es waren auch Vorreiter da, saßen mit Goldkronen auf dem Kopfe.

Le regalaron un par de zapatos y un manguito; le dieron también un hermoso traje y cuando se dispuso a partir se entontró con una magnífica carroza de oro que la esperaba ante la puerta; sobre ella, el escudo con las armas de los dos príncipes brillaba como una estrella; cochero, siervientes y postillones, pues también había postillones, vestían libreas bordadas con coronas de oro.

Der Prinz und die Prinzessin halfen ihr selbst in den Wagen und wĂĽnschten ihr alles GlĂĽck.

El prĂ­ncipe y la princesa ayudaron a Gerda a subir al coche y le desearon buen viaje.

Die Waldkrähe, welche nun verheirathet war, begleitete sie die drei ersten Meilen; sie saß ihr zur Seite, denn sie konnte nicht vertragen, rückwärts zu fahren; die andere Krähe stand in der Thüre und schlug mit den Flügeln; sie kam nicht mit, denn sie litt an Kopfschmerzen, seitdem sie eine feste Anstellung und zu viel zu essen erhalten hatte.

La corneja domesticada, ahora ya casada, la acompañó durante las tres primeras leguas; se sentó a su lado, ya que no podía soportar ir en dirección contraria a la marcha; la otra corneja se quedó en la puerta batiendo sus alas; no podía acompañarles, pues desde que tenía un cargo en la corte y comida en abundancia, sufría de fuertes dolores de cabeza.

Inwendig war die Kutsche mit Zuckerbrezeln gefĂĽttert, und im Sitze waren FrĂĽchte und PfeffernĂĽsse.

La carroza estaba abarrotada de bizcochos y bajo el asiento habĂ­a gran cantidad de frutas y panes de especias.

»Lebe wohl! Lebe wohl!« riefen der Prinz und die Prinzessin; und die kleine Gerda weinte, und die Krähe weinte. — So ging es die ersten Meilen; da sagte auch die Krähe Lebewohl, und das war der schwerste Abschied;

— ¡Adiós, Adiós! — se despidieron el príncipe y la princesa. La pequeña Gerda lloró y también la corneja del bosque… Recorrieron las tres primeras leguas y la corneja domesticada tuvo que decirle adiós; fue una seperación muy penosa;

sie flog auf einen Baum und schlug mit ihren schwarzen Flügeln, so lange sie den Wagen, welcher wie der helle Sonnenschein glänzte, erblicken konnte.

voló hacia un árbol y agitó sus alas negras hasta que la carroza, que brillaba como el sol, se perdió de vista tras un recodo del camino.

Fünfte Geschichte. Das kleine Räubermädchen

Quinto episodio. La Hija del Bandido

Sie fuhren durch den dunkeln Wald, aber die Kutsche leuchtete gleich einer Fackel; das stach den Räubern in die Augen,

Atravesaban un bosque sombrĂ­o, donde la corroza resplandecĂ­a como una antorcha, lo que llamĂł la atenciĂłn de los bandidos.

das konnten sie nicht ertragen. »Das ist Gold, das ist Gold!« riefen sie, stürzten hervor, ergriffen die Pferde, schlugen die kleinen Jockeys, den Kutscher und die Diener todt, und zogen dann die kleine Gerda aus dem Wagen.

No podĂ­an dejar escapar aquella presa.
—¡Es de oro! ¡Es de oro! — gritaron, precipitándose sobre ella; detuvieron a los caballos, dieron muerte a los cocheros y sacaron del coche a la pequeña Gerda.

»Sie ist fett, sie ist niedlich, sie ist mit Nußkernen gefüttert!« sagte das alte Räuberweib, die einen langen, struppigen Bart und Augenbrauen hatte, die ihr über die Augen herabhingen.

—¡Está rolliza y hermosa! La han cebado con pan de especias — dijo la mujer al bandido que tenía una barba enmarañada y unas cejas que le caían hasta los ojos—

»Das ist so gut, wie ein kleines fettes Lamm; wie soll die schmecken!« Und dann zog sie ihr blankes Messer heraus, und das glänzte, daß es gräulich war.

Es tierna como un cordero cebón, ¡Qué rica estará! — Y diciendo esto, sacó su afilado cuchillo que brilló con resplandor siniestro.

»Au!« sagte das Weib zu gleicher Zeit; sie wurde von ihrer eigenen Tochter, die auf ihrem Rücken hing, so wild und unartig, daß es eine Lust war, in das Ohr gebissen. »Du häßlicher Balg!« sagte die Mutter, und hatte nicht Zeit, Gerda zu schlachten.

— ¡Ahh! — Chilló la mujer: su propia hija, a la que llevaba a la espalda, le acababa de propinar un tremendo mordisco en la oreja. La muchacha era salvaje y mal educada como no se pueda imaginar. — ¡Maldita niña! — exclamó la madre, que no pudo así matar a Gerda.

»Sie soll mit mir spielen!« sagte das kleine Räubermädchen. »Sie soll mir ihren Muff, ihr hübsches Kleid geben, bei mir in meinem Bette schlafen! Und dann biß sie wieder, daß das Räuberweib in die Höhe sprang und sich rings herum drehte. Und alle Räuber lachten und sagten: »Sieh, wie sie mit ihrem Kalbe tanzt!«

— ¡Quiero esta niña para que juegue conmigo! — dijo la hija del bandido— Quiero que me dé su manguito y su vestido y que duerma conmigo en la cama.
Y la mordió de nuevo con tal fuerza que la mujer dio un salto en el aire retorciéndose, mientras los bandidos se echaban a reír, diciendo:
—¡Mirad cómo baila con su hija!

»Ich will in den Wagen hinein!« sagte das kleine Räubermädchen.

—¡Quiero montar en la carroza! — gritó la hija del bandido.
Y cuando la chiquilla quería algo, había que dárselo, pues además de consentida, era terca como ella sola.

Und sie wollte und mußte ihren Willen haben, denn sie war so verzogen und so hartnäckig! Sie und Gerda saßen drinnen, und so fuhren sie über Stock und Stein tiefer in den Wald hinein. Das kleine Räubermädchen war so groß, wie Gerda, aber stärker, breitschultriger und von dunkler Haut; die Augen waren ganz schwarz; sie sahen fast traurig aus. Sie faßte die kleine Gerda um den Leib und sagte:

Tomó asiento junto a Gerda en la carroza y se adentraron por el bosque traqueteando entre tocones y malezas. la hija del bandido era tan alta como Gerda, aunque más fuerte, más ancha de hombros y de piel más oscura; sus ojos, de un negro intenso, revelaban una expresión de tristeza. Cogió a la pequeña Gerda por la cintura y le dijo:

»Sie sollen Dich nicht schlachten, so lange ich Dir nicht böse werde. Du bist wohl eine Prinzessin?«

— No te matarán mientras yo no me enfado contigo. ¿Eres una princesa?

»Nein!« sagte Gerda und erzählte ihr Alles, was sie erlebt hatte, und wie sehr sie den kleinen Kay lieb hätte.

— No — dijo la pequeña Gerda, contando lo que le había ocurrido y lo mucho que quería al pequeño Kay.

Das Räubermädchen betrachtete sie ganz ernsthaft, nickte ein wenig mit dem Kopfe und sagte: »Sie sollen Dich nicht schlachten, selbst wenn ich Dir böse werde; dann werde ich es schon selbst thun!« Und dann trocknete sie Gerda’s Augen und steckte ihre beiden Hände in den schönen Muff, der so weich und warm war.

La hija del bandido miraba con aire grave; hizo un movimiento de cabeza y dijo:
— No te matarán, ni siquiera aunque yo me enfado contigo; en ese caso seré yo misma quien lo haga.
SecĂł los ojos de Gerda y metiĂł sus manos en el bello manguito tan suave y caliente que era.

Nun hielt die Kutsche still; sie waren mitten auf dem Hofe eines Räuberschlosses; dasselbe war von oben bis unten geborsten; Raben und Krähen flogen aus den offenen Löchern, und die großen Bullenbeißer, von denen jeder aussah, als könnte er einen Menschen verschlingen, sprangen hoch empor; aber sie bellten nicht, denn das war verboten.

La carroza se detuvo; se encontraban en el patio del castillo de los bandidos, cuyos muros estaban agrietados de arriba abajo; cuervos y cornejas salieron volando de agujeros y grietas y dos grandes perrazos, con aspecto de poder devorar a un hombre, daban grandes brincos, aunque no ladraban, pues les estaba prohibido.

In dem großen, alten, verräucherten Saale brannte mitten auf dem steinernen Fußboden ein helles Feuer; der Rauch zog unter der Decke hin und mußte sich selbst den Ausweg suchen; ein großer Braukessel mit Suppe kochte, und Hasen, wie Kaninchen wurden an Spießen gebraten.

En la sala central, grande, vieja y con las paredes recubiertas de hollĂ­n, ardĂ­a una gran hoguera en medio del enlosado; el humo se acumulaba junto al techo y debĂ­a buscar por sĂ­ mismo una salida; en el fuego hervĂ­a un caldero de sopa y, ensartados en un pincho, se asaban varios conejos y liebres.

»Du sollst diese Nacht mit mir bei allen meinen kleinen Thieren schlafen,« sagte das Räubermädchen. Sie bekamen zu essen und zu trinken und gingen dann nach einer Ecke, wo Stroh und Teppiche lagen.

— Esta noche dormirás conmigo y con mis animales — dijo a Gerda la hija del bandido.
Cuando hubieron comido y bebido se dirigieron a un rincĂłn donde se amontonaban la paja y las mantas.

Oben darüber saßen auf Latten und Stäben mehr als hundert Tauben, die alle zu schlafen schienen, sich aber doch ein wenig drehten, als die beiden kleinen Mädchen kamen.

Por encima de sus cabezas, sobre vigas y traviesas, había cerca de cien palomas; parecían dormidas, aunque giraron ligeramente sus cabezas a la llegada de las niñas.

»Die gehören mir alle!« sagte das kleine Räubermädchen und ergriff rasch eine der nächsten, hielt sie bei den Füßen und schüttelte sie, daß sie mit den Flügeln schlug.

— Son todas mías — dijo la hija del bandido, y, atrapando a una de las que estaban más próximas, la sujetó por las patas y la sacudió, mientras la paloma agitaba las alas.

»Küsse sie!« rief sie und schlug sie Gerda ins Gesicht.

— ¡Bésala! — gritó, arrojando el animal a la cara de Gerda —.

»Da sitzen die Waldcanaillen,« fuhr sie fort und zeigte hinter eine Anzahl Stäbe, die vor einem Loche oben in der Mauer eingeschlagen waren.

Éstos son la chusma del bosque — continuó, mostrándole los barrotes que cerraban un agujero en lo alto del muro —

»Das sind Waldcanaillen, die beiden; die fliegen gleich fort, wenn man sie nicht ordentlich verschlossen hält; und hier steht mein alter liebster Bä!« Und sie zog ein Rennthier am Horne, welches einen blanken kupfernen Ring um den Hals trug und angebunden war.

Si no se los tiene bien encerrados, se echan a volar de inmediato y desaparece. ¡Y este es mi viejo amigo Be! Y tió de los cuernos a un reno atado a la pared con una cuerda sujeta a un anillo de cobre pulimentado que le rodeaba el cuello.

»Den müssen wir auch in der Klemme halten, sonst springt er von uns fort. An jedem Abend kitzle ich ihn mit meinem scharfen Messer am Halse, davor fürchtet er sich so!«

— También a éste hay que sujetarlo bien; de lo contrario, se soltaría y se iriía. Todas las noches le acaricio el cuello con mi cuchillo y se muere de miedo.

Und das kleine Mädchen zog ein langes Messer aus einer Spalte in der Mauer und ließ es über des Rennthiers Hals hingleiten; das arme Thier schlug mit den Beinen aus, und das kleine Räubermädchen lachte und zog dann Gerda mit in das Bett hinein.

La niña sacó un largo cuchillo de una rendija que había en la pared y lo pasó por el cuello del reno. El pobre animal coceó, mientras la hija del bandido se reía a carcajadas. Luego, de un empujón, tiró a Gerda sobre la cama.

»Willst Du das Messer behalten, wenn Du schläfst?« fragte Gerda und blickte etwas furchtsam nach demselben hin.

— ¿No vas a dejar el cuchillo mientras duermes? — preguntó Gerda que miraba la hoja con temor.

»Ich schlafe immer mit dem Messer!« sagte das kleine Räubermädchen. »Man weiß nie, was vorfallen kann. Aber erzähle mir nun wieder, was Du mir vorhin von dem kleinen Kay erzähltest, und weshalb Du in die weite Welt hinausgegangen bist.«

— Duermo siempre con mi cuchillo — respondió la hija del bandido. Nunca se sabe lo que puede ocurrir. Pero cuéntame más sobre lo que hace un momento decías del pequeño Kay y sobre por qué te has aventurado a recorrer el mundo.

Und Gerda erzählte wieder von vorn, und die Waldtauben kurrten oben im Käfig, und die andern Tauben schliefen.

Gerda continuĂł su relato, mientras las palomas del bosque se arrullaban allĂ­a rriba, en su jaula, y las otras dormĂ­an.

Das kleine Räubermädchen legte ihren Arm um Gerda’s Hals, hielt das Messer in der andern Hand und schlief, daß man es hören konnte; aber Gerda konnte ihre Augen durchaus nicht schließen; sie wußte nicht, ob sie leben oder sterben würde.

La hija del bandido pasĂł su brazo alrededor del cuello de Gerda y, sin dejar de sujetar el cuchillo con la otra mano, se durmiĂł y pronto se le oyĂł roncar; sin embargo, Gerda no podĂ­a cerrar los ojos, no sabĂ­a si iba a vivir o a morir.

Die Räuber saßen rings um das Feuer, sangen und tranken, und das Räuberweib überkegelte sich.

Los bandidos estaban sentados alrededor del fuego, cantaban, bebĂ­an y la vieja bailaba de forma estrafalaria.

O! es war ganz gräulich für das kleine Mädchen mit anzusehen.

¡Oh, qué horrible espectáculo!

Da sagten die Waldtauben: »Kurre! Kurre! Wir haben den kleinen Kay gesehen. Ein weißes Huhn trug seinen Schlitten; er saß im Wagen der Schneekönigin, welcher dicht über den Wald hinfuhr, als wir im Neste lagen; sie blies auf uns Junge, und außer uns beiden starben Alle. Kurre! Kurre!«

Entonces las palomas del bosque dijeron:
— ¡Crrru, Crrru! Hemos visto a tu amigo Kay. Una gallina blanca llevaba su trineo y él iba sentado en el de la Reina de las Nieves, que voló sobre el bosque cuando nosotras estábamos en el nido; sopló sobre nuestros pequeños y todos murieron, salvo nosotros dos ¡Crrru, Crrru!

»Was sagt Ihr dort oben?« rief Gerda. »Wohin reiste die Schneekönigin? Wißt Ihr etwas davon?«

— ¿Qué es lo que me decís? — preguntó Gerda sobresaltada — ¿Dónde iba la Reina de las Nieves? ¿Podéis decírmelo?

»Sie reiste wahrscheinlich nach Lappland, denn dort ist immer Schnee und Eis! Frage das Rennthier, welches am Stricke angebunden steht!«

— Seguramente se dirigía a Laponia, donde hay siempre hielo y nieve. No tienes más que preguntar al reno que está atado con la cuerda.

»Dort ist Eis und Schnee, dort ist es herrlich und gut!« sagte das Rennthier. »Dort springt man frei umher in den großen glänzenden Thälern! Dort hat die Schneekönigin ihr Sommerzelt; aber ihr festes Schloß ist oben, gegen den Nordpol hin, auf der Insel, die Spitzbergen genannt wird!«

— Allí hay una gran cantidad de nieve y hielo — dijo el reno —. ¡Es muy agradable y muy hermoso! Se puede correr y saltar libremente por inmensos valles nevados. Es allí donde la Reina de las Nieves tiene su mansión de verano, pero su castillo está más arriba, cerca del Polo Norte, en las islas llamadas Spitzberg.

»O Kay, kleiner Kay!« seufzte Gerda.

—¡Oh Kay, querido Kay! — suspiró Gerda.

»Du mußt still liegen!« sagte das Räubermädchen; »sonst stoße ich Dir das Messer in den Leib!«

— ¿Vas a estarte quieta de una vez? — le gritó la hija del bandido— O te callas o sentirás mi afilado cuchillo en tu barriga.

Am Morgen erzählte Gerda ihr Alles, was die Waldtauben gesagt hatten, und das kleine Räubermädchen sah ganz ernsthaft aus, nickte aber mit dem Kopfe und sagte: »Das ist einerlei! Das ist einerlei!« — »Weißt Du, wo Lappland ist?« fragte sie das Rennthier.

Por la mañana, Gerda le contó todo lo que le habían dicho las palomas del bosque; la hija del bandido adoptó una expresión grave, movió la cabeza y dijo:
— Eso me da igual … eso me da igual… ¿Sabes tú donde está Laponia? — le preguntó al reno.

»Wer könnte es wohl besser wissen, als ich?« sagte das Thier, und die Augen funkelten ihm im Kopfe. »Dort bin ich geboren und erzogen; dort bin ich auf den Schneefeldern herumgesprungen!«

— ¿Quién podria saberlo mejor que yo? — respondió el animal, con los ojos humedecidos— ¡Allí nací y allí me crié, saltando por los campos cubiertos de nieve!

»Höre!« sagte das Räubermädchen zu Gerda; »Du siehst, alle unsere Mannsleute sind fort; nur die Mutter ist noch hier, und die bleibt; aber gegen Mittag trinkt sie aus der großen Flasche und schlummert hernach ein wenig darauf; — dann werde ich etwas für Dich thun!«

— Escucha — dijo a Gerda la hija del bandido— Ya ves que todos los hombres han salido, pero mi madre todavía sigue aquí; más tarde, hacia el mediodía, suele beber un trago de aquella botella y después se echa un sueñecito… entonces podré hacer algo por ti.

Nun sprang sie aus dem Bette, fuhr der Mutter um den Hals, zog sie am Bart und sagte: »Mein einzig lieber Ziegenbock, guten Morgen!«

Saltó de la cama, se abalanzó sobre el cuello de su madre, y tirándole de los bigotes, le dijo:
— ¡Buenos días, mi querida cabra!

Und die Mutter gab ihr NasenstĂĽber, daĂź die Nase roth und blau wurde; und das geschah Alles aus lauter Liebe.

La madre le dio tal papirotazo en la nariz, que se la dejó entre roja y azul, pero eso, entre ellos, no era más que una muestra de cariño.

Als die Mutter dann aus ihrer Flasche getrunken hatte und darauf einschlief, ging das Räubermädchen zum Rennthier hin und sagte: »Ich könnte große Freude davon haben, Dich noch manches Mal mit dem scharfen Messer zu kitzeln, denn dann bist Du so possierlich; aber es ist einerlei; ich will Deine Schnur lösen und Dir hinaushelfen, damit Du nach Lappland laufen kannst; aber Du mußt tüchtig Beine machen und dieses kleine Mädchen zum Schlosse der Schneekönigin bringen, wo ihr Spielkamerad ist.

Cuando la madre hubo bebido de la botella y se quedĂł dormida, la hija del bandido se acercĂł al reno y le dijo:
— Me gustaría seguir haciéndote cosquillas con mi cuchillo, pues es entonces cuano más me diviertes, pero eso no importa ahora; voy a desatarte y te ayudaré a salir para que te dirijas a Laponia, pero tienes que ir deprisa y conducir a esta niña hasta el palacio de la Reina de las Nieves, donde está su compañero.

Du hast wohl gehört, was sie erzählte, denn sie sprach laut genug, und Du horchtest!«

Seguro que habrás oído todo lo que me ha comentado: hablaba bastante alto y tú te enteras de todo.

Das Rennthier sprang vor Freuden hochauf. Das Räubermädchen hob die kleine Gerda hinauf und hatte die Vorsicht, sie fest zu binden, ja sogar, ihr ein kleines Kissen zum Sitzen zu geben.

El reno se puso a dar saltos de alegría. La hija del bandido aupó a la pequeña Gerda sobre él, tomando la precaución de sujetarla bien e incluso le puso un cojín para que esteuviese más cómoda.

»Da hast Du auch Deine Pelzstiefeln,« sagte sie, »denn es wird kalt; aber den Muff behalte ich, der ist gar zu niedlich! Darum sollst Du aber doch nicht frieren. Hier hast Du meiner Mutter große Fausthandschuhe, die reichen Dir gerade bis zum Ellenbogen hinauf. Krieche hinein! — Nun siehst Du an den Händen gerade aus, wie meine häßliche Mutter!«

— Bueno — le dijo —, te devolveré tus zapatos de piel, pues hará frío por allí, pero el manguito me lo quedo, es demasiado bonito. De todas foramas, no pasarás frio, aquí tienes las grades manopas de mi madre que te llegarán hasta el codo; ¡toma, pontelas! .. Con esas manoplas te pareces a mi horrible madre.

Und Gerda weinte vor Freuden.

Y Gerda derramó una lágrima de alegría.

»Ich kann nicht leiden, daß Du grinsest!« sagte das kleine Räubermädchen. »Jetzt mußt Du gerade recht froh aussehen! Und da hast Du zwei Brode und einen Schinken: nun wirst Du nicht hungern.«

— No me gusta verte lloriquear — dijo la hija del bandido— ¡Deberías estar contenta! Aquí tienes dos panes y un jamón; no pasarás hambre.

Beides wurde hinten auf das Rennthier gebunden; das kleine Räubermädchen öffnete die Thüre, lockte alle die großen Hunde herein, durchschnitt dann den Strick mit ihrem scharfen Messer und sagte zum Rennthiere: »Laufe denn! Aber gib recht auf das kleine Mädchen Acht!«

Después de colocar todo aquello sobre el reno, la hija del bandido abrió la puerta, metió a los perros en la habitación, cortó con su cuchillo la cuerda con que estaba atado el reno y le dijo:
— ¡Vamos, corre! ¡Y cuida bien de la niña!

Und Gerda streckte die Hände mit den großen Fausthandschuhen gegen das Räubermädchen aus und sagte Lebewohl, und dann flog das Rennthier über Stock und Stein davon, durch den großen Wald, über Sümpfe und Steppen, so schnell es nur konnte.

Gerda tendió las manos enfundadas en las grandes manoplas hacia la hija del bandido diciéndoles adiós y el reno partió veloz por encima de matorrales y tocones. Con toda la rapidez que le fue posible, atravesó el gran bosque, franqueó pantanos y llanuras,

Die Wölfe heulten und die Raben schrieen. — »Fut! Fut!« ging es am Himmel. Es war gleichsam, als ob er roth nießte.

mientras, a su alrededor, aullaban los lobos y graznaban los cuervos. Y el cielo, volviéndose rojo, también les habló: «¡Pfit, Pfit!». Parecía que estornudara.

»Das sind meine alten Nordlichter!« sagte das Rennthier; »sieh, wie sie leuchten!« Und dann lief es noch schneller davon, Tag und Nacht. Die Brode wurden verzehrt, der Schinken auch, und dann waren sie in Lappland.

— Son mis viejas amigas, las auroras boreales — dijo el reno — ¡Mira qué resplandores! — Y siguió corriendo, día y noche, sin descanso. Comieron los panes, el jamón, y llegaron a Laponia.

Sechste Geschichte. Die Lappin und die Finnin

Sexto episodio. La Lapona y la Finesa

Bei einem kleinen Hause hielten sie an; es war so jämmerlich; das Dach ging bis zur Erde hinunter, und die Thüre war so niedrig, daß die Familie auf dem Bauche kriechen mußte, wenn sie heraus oder hinein wollte.

Se detuvieron ante una pequeña cabaña. Tenía un aspecto muy pobre, con un tejado que descendía hasta el suelo y una puerta tan baja que para entrar o salir de ella había que arrastrarse por el suelo.

Hier war außer einer alten Lappin, welche bei einer Thranlampe Fische kochte, Niemand zu Hause; und das Rennthier erzählte Gerda’s ganze Geschichte, aber zuerst seine eigene, denn diese erschien ihm weit wichtiger; und Gerda war so angegriffen von der Kälte, daß sie nicht sprechen konnte.

Vivía allí una vieja lapona que estaba cociendo pescado en una lámpara de aceite de bacalao; el reno le contó toda la historia de la niña, aunque antes le había contado la suya, que consideraba mucho más importante; Gerda estaba tan entumecida por el frío que apenas podía hablar.

»Ach, ihr Armen!« sagte die Lappin; »da habt ihr noch weit zu laufen! Ihr müßt über hundert Meilen weit in Finnmarken hinein, denn da wohnt die Schneekönigin auf dem Lande und brennt jeden Abend bengalische Flammen.

— ¡Ah, pobres de vosotros! — dijo la lapona —. Os queda todavía un largo camino! Tenéis que hacer más de cien leguas para llegar a Finalandia; allí, donde las auroras boreales aparecen cada noche, tiene la Reina de las Nieves su morada.

Ich werde ein paar Worte auf einen trocknen Stockfisch schreiben; Papier habe ich nicht; den werde ich Euch für die Finnin dort oben mitgeben; sie kann Euch besser Bescheid ertheilen, als ich!«

Como no tengo papel, os escribiré una nota en un rozo de bacalao seco; deberéis entregárselo a una mujer finlandesa, amiga mía, que vivie por allí; ella podrá informaros mejor que yo.

Und als Gerda nun erwärmt worden war und zu essen und zu trinken bekommen hatte, schrieb die Lappin ein paar Worte auf einen trocknen Stockfisch, bat Gerda, wohl darauf zu achten, band sie wieder auf dem Rennthiere fest, und dieses sprang davon.

Cuando Gerda hubo entrado en calor, después de haber comido y bebido algo, la lapona escribió unas palabras sobre el bacalao, recomendando a Gerda que tuviese bune cuidado de no perderlo; ésta lo colocó sobre el reno, que, de un salto, reemprendió la marcha.

»Fut! Fut!« ging es oben in der Luft; die ganze Nacht brannten die schönsten blauen Nordlichter; — und dann kamen sie nach Finnmarken und klopften an den Schornstein der Finnin, denn die hatte nicht einmal eine Thüre.

Tuvieron la ocasión de contemplar deliciosas auroras boreales de hermosos tonos azulados … y llegaron a Finlandia. Llamaron a la chimenea de la mujer finlandesa, pues su casa era una chimenea que ni siquiera tenía puerta.

Da war eine Hitze drinnen, daß die Finnin selbst fast völlig nackt ging; sie war klein und ganz schmutzig;

Dentro, el calor era tal que la mujer estaba casi desnuda; era pequeña y muy sucia;

gleich löste sie die Kleider der kleinen Gerda und zog ihr die Fausthandschuhe und Stiefeln aus, denn sonst wäre es ihr zu heiß geworden, legte dem Rennthier ein Stück Eis auf den Kopf und las dann, was auf dem Stockfisch geschrieben stand:

desvisitó en seguida a la pequeña Gerda, le quitó las manoplas y los zapatos, pues de lo contrario no habría podido soportar el calor, y puso un trozo de hielo sobre la cabeza del reno; luego, leyó lo que su amiga lapona había escrito en el bacalao seco;

sie las es drei Mal, und dann wuĂźte sie es auswendig und steckte den Fisch in den Suppenkessel, denn er konnte ja gegessen werden, und sie verschwendete nie etwas.

tres veces lo leyó, hasta aprenderlo de memoria, y después echó el bacalao a la olla: era comida y ella nunca dejaba que la comida se echara a perder.

Nun erzählte das Rennthier zuerst seine Geschichte, dann die der kleinen Gerda; und die Finnin blinzelte mit den klugen Augen, sagte aber gar nichts.


»Du bist so klug,« sagte das Rennthier; »ich weiß, Du kannst alle Winde der Welt in einen Zwirnfaden zusammenbinden; wenn der Schiffer den einen Knoten löst, so erhält er guten Wind, löst er den andern, dann weht es scharf, und löst er den dritten und vierten, dann stürmt es, daß die Wälder umfallen.

— Tú eres muy hábil — dijo el reno; sé que puedes atar todos los vientos del mundo con un hilo; si el capitán de barco deshace un nudo, tiene buen viento, si deshace el segundo, el viento arrecia, y si deshace el tercero y el cuerto, se levanta un huracán capaz de asolar los bosques.

Willst Du nicht dem kleinen Mädchen einen Trank geben, daß sie Zwölf-Männer-Kraft erhält und die Schneekönigin überwindet?«

¿No quieres dar a la niña una poción que le dé la fuerza de veinte hombres y le permita llegar hasta la Reina de las Nieves?

»Zwölf-Männer-Kraft?« sagte die Finnin. »Ja, das würde viel helfen!«

— ¿La fuerza de veinte hombres…? — repitió la finlandesa— Sí, eso sería suficiente.

Und dann ging sie nach einem Brette, nahm ein groĂźes zusammengerolltes Fell hervor und rollte es auf; da waren wunderbare Buchstaben darauf geschrieben, und die Finnin las, daĂź ihr das Wasser von der Stirn herunterlief.

Se acercó a una estantería y cogió un gran rollo de piel que desenrolló cuidadosamente; había escritos en él uns extraños signos; la mujer leyó y unas gatosa de sudor aparecieron en su frente.

Aber das Rennthier bat wieder so sehr für die kleine Gerda, und Gerda blickte die Finnin mit so bittenden Augen voller Thränen an, daß diese wieder mit den ihrigen zu blinzeln anfing und das Rennthier in einen Winkel zog, wo sie ihm zuflüsterte, während es wieder frisches Eis auf den Kopf bekam:

El reno intercedió de nuevo por la niña y ésta miró a la finlandesa con ojos tan suplicantes que la mujer parpadeó y se llevó al reno a un rincón donde, poniéndole otro trozo de hielo en la cabeza, le dijo en voz baja:

»Der kleine Kay ist freilich bei der Schneekönigin und findet dort Alles nach seinem Geschmacke und Gefallen und glaubt, es sei der beste Ort in der Welt; aber das kommt davon, daß er einen Glassplitter in das Herz und ein kleines Glaskörnchen in das Auge bekommen hat; die müssen zuerst heraus, sonst wird er nie wieder ein Mensch, und die Schneekönigin wird die Gewalt über ihn behalten!«

— El pequeño Kay está efectivamente en casa de la Reina de las Nieves; allí se encuentra a gusto y nada echa en falta; cree que está en el mejor lugar del mundo, aunque eso es debido tan sólo a que un pedacito de cristal se le clavó en el corazón y otro se le introdujo en el ojo; si no se le extirpan esos cristales, jamás volverá a ser un hombre y la Reina de las Nieves conservará para siempre su dominio sobre él.

»Aber kannst Du nicht der kleinen Gerda etwas eingeben, sodaß sie Gewalt über das Ganze erhält?«

— ¿No puedes dar a la niña alguna poción que le confiera poder para lograr su propósito?

»Ich kann ihr keine größere Gewalt geben, als sie schon besitzt; siehst Du nicht, wie groß die ist? Siehst Du nicht, wie Menschen und Thiere ihr dienen müssen, wie sie auf bloßen Füßen so gut in der Welt fortgekommen ist?

— No puedo procurarle un poder mayor del que ya tiene.¿No ves el alcance de su poder? ¿No ves cómo hombres y animales la ayuda y cómo, descalza, ha recorrido un camino tan largo?

Sie kann nicht von uns ihre Macht erhalten; die sitzt in ihrem Herzen; sie besteht darin, daĂź sie ein liebes unschuldiges Kind ist.

Su fuerza reside en el corazĂłn y nosotros no podemos acrecentarla.

Kann sie nicht selbst zur Schneekönigin hineingelangen und das Glas aus dem kleinen Kay bringen, dann können wir nicht helfen!

Su poder le viene dado por el hecho de ser una niña dulce e inocente. Si por sí misma no consigue llegar a Kay, nada podremos hacer nosotros.

Zwei Meilen von hier beginnt der Schneekönigin Garten; dahin kannst Du das kleine Mädchen tragen; setze sie beim großen Busche ab, welcher mit rothen Beeren im Schnee steht; halte keinen Gevatterklatsch, sondern spute Dich, hierher zurückzukommen!«

A dos leguas de aquí comienza el jardín de la reina de las Nieves; llévala hasta allí y déjala junto al arbusto de bayas rojas; no pierdas tu tiempo charlando y apresúrate a volver.

Und dann hob die Finnin die kleine Gerda auf das Rennthier, welches lief, was es konnte.

La finlandesa cogió en sus brazos a la pequeña Gerda y la subió de nuevo sobre el reno que corrió con todas sus fuerzas.